Solemos pensar que los pensamientos, las emociones y el cuerpo son cosas aisladas. Sin embargo, están totalmente interrelacionados. De ahí la importancia de cambiar ciertos esquemas mentales.
Un factor clave en todo esto es la fe. Santo Tomás dijo: «Nunca creeré hasta que no vea» y San Agustín de Hipona: «Nunca verás hasta que no creas».
El héroe es la persona que un día escucha una llamada, da un salto de fe y se adentra en un territorio nuevo y desconocido. Y a pesar de que no puede controlar lo que sucede continúa explorando, encontrándose con sus luces y sus sombras, lo que termina por llevarle a una transformación ? en la que se da cuenta que se parece más a quien realmente es que a lo que creía que era.
Valor no significa no tener miedo. Significa no dejar que el miedo te paralice. Es atreverse a sentarse junto a él, mirarlo de frente, sentirlo, darle la mano y continuar adelante. Reconocer es tan importante que se escribe igual al derecho que al revés. Al principio sólo se trata de comenzar… con miedo, con dolor, con dudas, y aún así, comenzar, con la voz quebrada, temblando, y aún así dar ese primer paso y luego continuar.
¿Cuántas cosas perdemos por miedo a perder? A veces lo que te detiene sólo está en tu cabeza. No hay peor tormenta que las que se arma uno solito en ella.
Deja de tener miedo por lo que pueda salir mal y comienza a emocionarte por lo que puede salir bien. La adversidad tiene el don de despertar talentos que en la comodidad hubieran permanecido dormidos.
¡ Cuidado con los miedos! Les encanta robar sueños.
Buda dijo que la máxima victoria es la que se gana sobre uno mismo.
Cuando más oscura es la noche, con más fuerza brilla la luz.