La INTELIGENCIA EMOCIONAL (IE) es un conjunto de habilidades que nos permiten relacionarnos con nosotros mismos y con los demás de una manera óptima y saludable. No se trata de una simple teoría pasajera sino algo completamente aceptado y sustentado por una serie de investigaciones muy importantes.
Aristóteles dijo: “Cualquiera puede ponerse furioso. Eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta… Eso no es fácil”.
Se suele considerar que alguien es muy inteligente cuando posee muchos conocimientos, tiene unas notas altísimas en sus estudios, un puesto muy alto en una empresa, etc. Sin embargo, los investigadores comprobaron el hecho de que existen personas “muy inteligentes”, con un CI (coeficiente intelectual) muy alto, un expediente académico elevado, que sin embargo no han tenido éxito en su vida laboral ni personal. Y al contrario, se ha observado que personas con notas más bajas han tenido un gran éxito. ¿Cómo se explica esto?
“La inteligencia emocional representa el 80 % del éxito en la vida”. (Daniel Goleman)
“Cuando eres consciente de una emoción, llevas poder a tu vida”. (Tara Meyer Robson)
La Inteligencia Emocional implica una relación sana con nuestras emociones, se refiere a cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. La IE puede dividirse en cinco ámbitos:
- Autoconocimiento (conocer y entender nuestras emociones).
- Gestión de las emociones (capacidad de autocontrol, gestión de la tensión, el estrés…).
- Motivación (conocer qué nos mueve a actuar).
- Empatía (comprender las emociones de los demás).
- Habilidad social (gestionar y expresar adecuadamente nuestras emociones en relación a los otros, desarrollo de habilidades comunicativas tales como la asertividad).
“Todo lo que nos irrita de otros nos lleva a un entendimiento de nosotros mismos”. (Carl G. Jung)
Es cierto que una buena parte de estas habilidades vienen heredadas genéticamente y otras se moldean durante los primeros años de vida. Pero lo que también es cierto es que la evidencia respaldada por abundantes investigaciones demuestra que las habilidades emocionales se pueden aprender y perfeccionar a lo largo de nuestra vida utilizando los métodos adecuados.
“No se puede elegir sabiamente una vida a menos que se atreva uno a escucharse a sí mismo, a su propio yo, en cada momento de la vida”. (Abraham Maslow)
Se ha tendido de manera automática a separar RAZÓN y EMOCIÓN. Y esa separación no existe ni siquiera de manera biológica: las zonas cerebrales en las que se asientan estas capacidades están conectadas. Y más aún, están permanentemente comunicadas.
“Una emoción no causa dolor. La resistencia o supresión de una emoción causa dolor”. (Frederick Dodson)
Hoy se sabe perfectamente gracias a la investigación que la dimensión física, mental y emocional están interconectadas, se pueden distinguir pero no se pueden separar. ¿Qué ocurre en tu cuerpo cuando sientes miedo? ¿Y cuando sientes nervios o angustia? Y no me refiero sólo a momentos de supervivencia en los que estás a punto de ser atropellado o en mitad de un terremoto o atacado por un animal salvaje, me refiero a las historias que nos contamos mentalmente, nuestra percepción de la realidad, diferente en casa persona, y que nos provocan todo ese tipo de sensaciones y emociones. El miedo es una emoción y nuestro cuerpo responde con agitación de la respiración, mayor circulación sanguínea en las extremidades, temblor, sudoración, cambios digestivos, etc.
Conocernos a nosotros mismos, aprender a gestionarnos y a relacionarnos con los demás nos lleva a experimentar una vida más saludable y a disfrutar con plenitud de la compañía de otras personas. Conectar con nosotros mismos, tomar conciencia de que nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu funcionan a nuestro favor cuando nos permitimos que fluyan en unidad.
“Cuando la inteligencia emocional se fusiona con la inteligencia espiritual, la naturaleza humana, se transforma”. (Deepak Chopra)